
En Argentina el término cartoneo responde a la “actividad de buscar cartones y otros materiales entre la basura” (Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010, Diccionario de americanismos). El cartonero es, en la historia del país, aquella persona que se ve en la necesidad de rebuscar entre los desechos de la población para recuperar elementos potencialmente reciclables y venderlos a un precio reducido.
En el contexto actual de crecimiento sostenido de la población mundial resulta importante revisar algunos conceptos arraigados en la sociedad para reflexionar sobre las costumbres urbanas: ¿la basura ya no le pertenece a su dueño una vez que está en la calle?, ¿la sobreproducción de residuos no afecta a la sociedad y no lo hará tampoco en el futuro?, ¿cuál es el rol de los cartoneros cada vez que se hacen cargo de aquello que los demás ya no quieren?
Con los cambios de época las palabras se resignifican, y los nuevos problemas que afectan al mundo derivan en la revalorización de un trabajo antes despreciado, el mismo que puede convertirse en la clave para un cambio urgente y necesario. Esta es una historia de cartoneros santafesinos cuyo rol se ha vuelto esencial para la sociedad.
Sueños de dignificación
Es el último jueves de un marzo que empezó muy caluroso en Santa Fe. Las nubes grises tapan el sol, aunque no pueden opacar su brillo, y el viento suave trae uno de los primeros días frescos a la ciudad. El Brigadier López se ve imponente desde lejos cuando el colectivo cruza J. J. Paso. A unas pocas cuadras de distancia, en San Juan al 1250, funciona desde hace dos años la Cooperativa Reciclando Nuestros Sueños. Verónica “Chili” Luna es su presidenta. Se trata de una agrupación de cartoneros y carreros que, desde 2017, se abre paso en la pelea por dignificar las condiciones de su trabajo. En sus inicios son nada más que 20 personas que encuentran su fortaleza en la lucha colectiva. Para 2023 más de 300 recolectores de la ciudad de Santa Fe forman parte de la cooperativa.
El galpón que la municipalidad alquila para la cooperativa es grande y amplio, un requisito importante para el trabajo que ahí se realiza y el espacio que requieren para el almacenaje. Verónica explica que es un punto verde en la ciudad, es decir, un lugar que forma parte de una actividad que toma fuerza desde las últimas décadas: el reciclaje que va de la mano de la economía circular. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación en el país se generan aproximadamente 45 mil toneladas de residuos por día, es decir, un promedio de 1 kg por persona. Ante esta situación la labor de los recicladores se vuelve imprescindible para que la basura regrese al sistema productivo como materia prima, de manera que se logre minimizar la explotación de los recursos naturales.
¿Cómo es el trabajo en el galpón? La jornada se divide en tres turnos de cuatro horas, de 8 a 20. Los recolectores llegan al lugar por sus propios medios —fletes, autos o motos con carro— y con los materiales ya clasificados, según su tipo, en bolsones. Las balanceras registran el pesaje de cada bolsón y entregan un ticket al recolector con la constancia del tipo de material, la cantidad y precio que entrega cada uno. Los tickets que obtiene cada reciclador le permiten cobrar quincenalmente por el trabajo de recolección, limpieza y separación del material, cuyo precio varía en función de su tipo. Por su parte, los trabajadores de planta se encargan de descargar los bolsones y enfardar el material con una prensa. Luego, los fardos se pesan y almacenan hasta el momento de la venta. Cada 15 días llegan dos camiones desde Buenos Aires para llevar los fardos hacia las empresas que los compran, por ejemplo Smurfit Kappa reutiliza el cartón y el papel. En general, cada camión puede cargar 64 fardos, o 60 si es más pequeño.
La cooperativa recibe una gran variedad de materiales: cartón —el que más ingresa—, PET soplado, PET verde, PET cristal, film, lata de aluminio, papel blanco y papel mezcla —o de segunda que se utiliza, por ejemplo, para la producción de revistas—.

Los trabajadores llenan la máquina enfardadora con cartón, mientras las balanceras controlan y completan las planillas. Los fardos de cartón son los que más abundan.
El pago económico es, momentáneamente, cubierto por la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recolectores (FACCyR) a través de un préstamo. Verónica cuenta que desde la cooperativa están invirtiendo parte de las ganancias para lograr autosustentarse en el futuro. Mientras tanto, la FACCyR se encarga de crear el lazo entre las empresas, que compran los materiales para reutilizar, y la cooperativa, que nuclea a quienes los recuperan de la basura.

Precios de marzo 2023 por kilo de cada material que se les paga a los recolectores.
El valor que pagan desde la FACCyR por cada tipo de material es un incentivo para que muchos recolectores elijan vender sus materiales a través de la cooperativa. Mientras que en las chacaritas de Santa Fe pagan $27 el kilo de cartón en el galpón ofrecen $32, cuenta Verónica.
—¿De qué zonas de la ciudad traen los materiales?
—El año pasado vino Argentina Recicla a relevar a los compañeros y las rutas, para ver cuánto abarcaban. Vienen desde Recreo a Santa Fe con sus carritos, vienen de El Pozo, tenemos compañeros de Santo Tomé, La Guardia, Rincón.
En la cara de Verónica asoma una pequeña sonrisa fruto del orgullo que producen los logros de la cooperativa, pero la presidenta también conoce de caminos atravesados por largas luchas y esperas.
—¿Cómo se formó la cooperativa?
—Nosotros éramos 20 compañeros que empezamos en junio del 2017. Yo estoy desde el principio, hay varios compañeros que están desde el principio que trabajan acá en la cooperativa. Nosotros salíamos a pelear por el tema de los carros de caballos, porque nos empezaron a sacar los animales en buenas condiciones. Ahí conocimos al Movimiento de Trabajadores Excluido (MTE), ellos también nos ayudaron a avanzar, porque muchos compañeros entregaban su material a una chacarita y no era justo el precio que les pagaban. Así que ellos vinieron a darnos una mano, y de ahí estuvimos peleando hasta el 2018. Empezamos a pelearle al municipio para ver si nos podían alquilar un galpón para hacer este trabajo. Lo conseguimos, hace dos años que ya estamos. La secretaría de ambiente nos está pagando el alquiler del galpón. La municipalidad nos da para logística, el gasoil, mantenimiento de algunas maquinas. Cuando conseguimos el galpón nos empezamos a organizar para el trabajo. Primero empezamos con un turno, que fue el turno mañana, solamente se recibía de 8 a 12. Después, al ver que muchos compañeros dependían de nuestra cooperativa empezamos a recibir también al mediodía, de 12 a 16, y a la noche de 16 a 20 tenemos un grupo de compañeros que solamente se dedica a enfardar.
—¿Qué experiencia buena podés rescatar del recorrido con la cooperativa?
—Conocer a la gente del MTE, porque si nosotros no los hubiésemos conocido a ellos no hubiésemos tenido esto. Desde que nosotros empezamos la cooperativa se han arrimado muchas familias a entregar su material acá y reciben una buena paga. Eso es lo bueno que encontramos nosotros acá. Tener este centro verde para las personas que quieran recibir un buen precio es una alegría inmensa. Hay compañeros que trabajan de sol a sol. Por más que haga frío, calor, que truene, ellos están igual en la calle recolectando. También tuvimos que convencer a esos compañeros de que acá se les iba a pagar un precio digno para que no lo entreguen en una chacarita que no le pagan nada.
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Vanina Barros forma parte del cuerpo de promotoras ambientales de la Cooperativa Reciclando Nuestros Sueños y, aunque hoy su tarea es distinta, conoce en profundidad el trabajo cartonero. “A la hora de concientizar sabemos de lo que estamos hablando. Quién más que nosotras que sabemos lo que es revolver de la basura para sacar el material. Sabemos el mensaje que le queremos dar a ese vecino y a esa vecina para que aprendan a hacerse cargo y para que la tarea del recolector sea mucho más fácil y más digna”, cuenta con convicción.
Vanina llegó a la cooperativa hace más de cuatro años a través de la rama cartonera del MTE y la labor que comparte con sus compañeras promotoras es uno de los motivos por los que reciben más material. Para lograrlo deben salir a la calle, recorrer el barrio y hablar con los vecinos, los negocios y las instituciones —como las escuelas y, más recientemente, un instituto terciario—. Se dedican a explicarles el trabajo que se lleva a cabo en la cooperativa. A través del diálogo y la concientización persiguen como meta la educación ambiental de la sociedad, en especial, la instrucción sobre una correcta separación de origen —residuos reciclables y no recicables—. Las promotoras ambientales saben que necesitan de la colaboración de la población para que la tarea del recuperador sea más fácil, el aprovechamiento del material sea mayor y obtengan un mejor precio en la venta.
—¿Cuál es su tarea?
—Nuestro objetivo es que la sociedad aporte su granito de arena para ayudar al medio ambiente y también, lo fundamental para nosotros, dignificar el trabajo del cartonero. Nosotras tenemos el trabajo de visibilizar el laburo que hacen ellos —los cartoneros, carreros y recicladores—. Ahora, acá en barrio sur, estamos haciendo una prueba piloto de recolección diferenciada de materiales reciclables. Hay seis recolectores, cada uno tiene su zona adjudicada. Arranca desde calle San José a 9 de Julio, y de J. J. Pasó a Gral. López. Se pone un recolector en cada zona. Ellos hacen la recolección lunes, miércoles y viernes de 9 a 12. Antes de que ellos vayan a buscar el material nosotras salimos a hacer una promoción en esa zona, puerta por puerta, concientizando. También hacemos registro de qué vecino va a entregar el material en mano y quién no. Y no nos quedamos con el “no voy a separar, no me voy a hacer cargo de lo que estoy generando”. Vamos de vuelta a tratar de convencerlo de que se haga cargo de lo que genera, y también para que el recolector pueda recuperar ese material seco y limpio. Después también tenemos una compañera que hace el balance, por ejemplo, cuánto se recuperó de cada material en cada zona.

Los recolectores llegan al galpón con bolsones repletos. Los trabajadores de planta se encargan de la descarga para pesarlos y luego continuar con el enfardado del material.
—¿Hay recolectores que pasan casa por casa?, ¿cómo funciona eso?
—Hay dos áreas de recolectores. Está el recolector del puerta a puerta que ya hace la recolección diferenciada acá en Barrio Sur. Y está el recolector particular que tiene su zona habitual, que la hace desde hace años, ya tiene su recorrido. Por su cuenta van con su carrito al lugar que siempre le da material. Lo llevan a su casa, lo clasifican por bolsones, después pagan el flete y lo traen acá. Es distinto del puerta a puerta porque ese lo trae directamente acá, lo clasifica acá —en el galpón—. Y nosotras siempre pensamos estrategias para que la entrega —del material— sea segura. Las promotoras llevamos al recolector y se lo presentamos a la gente, le decimos qué días va a pasar y le dejamos un número de contacto para que se comuniquen con él. Ahí logramos ese puente entre el recolector y el vecino. Siempre buscamos estrategias para que el material termine en la mano del recolector y no termine en el tacho y después en el relleno sanitario.
Vanina nota que muchas personas desconocen la manera correcta de realizar la separación de origen. Aun así, el resultado de las actividades de concientización se traduce en más y mejores oportunidades de recuperar material. Los días en los que ingresa mayor cantidad logran producir 15 fardos en total, un promedio de 5 fardos por cada turno de trabajo. Cada fardo producido en el galpón pesa entre 380 y 390 kg, lo que significa que logran reciclar aproximadamente 5700 kg de residuos por día.
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El nombre de Jacquelina Flores surge por casualidad entre los proyectos que cuenta Vanina. Sin previo aviso, los sueños de la gente de la cooperativa se difuminan y no hay forma de discernir entre los propios y los compartidos. Piensan como un único organismo que se muestra como tal: son muchos que se hacen uno.
Jacquelina “Jackie” Flores escribe en su descripción de Twitter: “Cartonera. Ambientalista. Feminista”. Desde 2022 es la Subsecretaria de Residuos Sólidos Urbanos y Economía Circular del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires. A nivel nacional coordina el Programa Promotoras Ambientales, el mismo en el que trabaja Vanina en Santa Fe.
¿Por qué Vanina habla de Jacquelina Flores con tanta ilusión? Porque es su referente; una mujer que conoce, tan bien como ella, lo que implica el trabajo de recorrer la calle y tirar de un carro, el trabajo de una cartonera. Además, porque Jacquelina, como funcionaria pública, es una de las impulsoras del proyecto de Ley de Gestión Integral de Envases, Responsabilidad Extendida del Productor, e Inclusión de Trabajadoras y Trabajadores Recicladores. Uno de los ejes del proyecto se basa en incentivar al productor a reutilizar o disminuir la cantidad de envases que salen al mercado o, como alternativa, rediseñar sus envases y hacerlos más amigables con el medioambiente. Para ello existe una tasa ambiental destinada a cubrir los costos de recuperación y reciclado. El valor de la tasa varía en función del diseño ecológico, la recuperabilidad y la reutilización de los envases que aplique cada empresa. Se trata, así, de una ley que busca mejorar la situación de los residuos y también del trabajo de los recolectores en el país.
El proyecto es tratado en el Congreso de la Nación desde 2021, el mismo año de su presentación; obtuvo gran apoyo y otros tantos desacuerdos, en especial por la posibilidad de añadir otro impuesto a la producción. La experiencia de leyes que se basan en la Responsabilidad Extendida del Productor (REP) no es ajena al contexto mundial ni tampoco una innovación en Latinoamérica, sino que ya funciona en países vecinos como Chile y Brasil. Es en este sentido que Argentina intenta recorrer un camino similar.
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¿Qué implica el término cartonero en la actualidad? Una cosa es segura: cuenta una historia de revalorización. Los cartoneros son aquellas personas que en el desamparo de la sociedad se vieron obligados a revolver entre la basura en la búsqueda de aquello que ya nadie quería. Llevaron sus carros a cuestas y en sus espaldas cargaron con miradas llenas de prejuicios. Los detuvo la policía, sufrieron maltratos y les arrebataron los materiales que tanto les costó encontrar entre los desperdicios de la ciudad.
Los datos del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) indican que en la provincia de Santa Fe hay un 34% de informalidad laboral. Y, aun cuando la condición ambiental actual sitúa a los cartoneros como un eslabón esencial en la economía circular, su situación laboral se sitúa fuera del sistema formal, sin poder acceder a los derechos básicos de vacaciones, cobertura médica o un salario digno.
La Cooperativa Reciclando Nuestros Sueños tiene un camino que recorrer y objetivos por lograr. Si piensa en lo material, Verónica Luna intenta gestionar un camión que les permita realizar la recolección y así evitarle a sus compañeros el gasto en fletes para el traslado de los bolsones hasta el galpón. Cuando piensa en lo social admite que aun existen prejuicios contra los que luchar.
—¿Qué reflexión te gustaría dejarle a la gente de la ciudad de Santa Fe?
—Que reconozca el trabajo que hacemos todos los compañeros cartoneros que hay en la ciudad. Lo mejor sería que no nos traten como siempre nos tratan, denigrándonos. Porque es un trabajo digno lo que hacemos nosotros. Mantenemos limpio el medioambiente, también es el sustento para los compañeros. Esto ya sería pedir mucho, pero nos gustaría que nos reconozcan como cartoneros y también que estamos ayudando al medioambiente.
Contacto
TELÉFONO: (342) 5954085

En este código QR se pueden hallar las rutas que realizan los recolectores de la Cooperativa Reciclando Nuestros Sueños. Quien realiza la separación de residuos en su hogar puede colaborar con la cooperativa donando los materiales reciclables a los recolectores y así, además, aportar para mantener el medio ambiente libre de residuos.