Gerónimo Suarez tiene 60 años, es un ex trabajador del puerto de Santa Fe. Hoy recorre (como lo hacía tiempo atrás para ir a su trabajo) la Avenida Alem y observa por la ventanilla de su auto, que aquella extensa zona de 100 hectáreas lindantes al río ya no goza del movimiento que gozaba en épocas anteriores. Casi no hay barcos surcando las aguas, los obreros estibadores que cargan la mercancía en los buques se cuentan con los dedos de la mano, también son pocos los camiones que ingresan por Avenida Circunvalación a descargar los acoplados que hace unas pocas décadas rebosaban de granos y materias primas. La vida del puerto de Santa Fe exhibe un escenario completamente distinto al de 40 años atrás cuando se llegaron a exportar 2 millones de toneladas. Hoy apenas parten a los ríos y a los mares, productos argentinos por una cifra nimia de 100 mil toneladas. Mientras tanto, a pocos metros de donde posa la mirada aquel viejo trabajador, se levanta un enorme complejo comercial e inmobiliario. Torres de lujo, casino, hotel, shoppings y demás emprendimientos predominan en la zona, modificando de raíz un paisaje que supo ser un polo productivo. ¿Qué sucedió para que este cambio sea posible? ¿Qué intereses se ocultan detrás de las inversiones más grandes realizadas en la ciudad desde comienzos de este siglo? 

Cambio de dueños

La transformación de la estructura portuaria comienza en la década de los 90. Es en el año 1993 en la presidencia de Carlos Menem y a través de la ley 24093 que la Nación transfiere a la Provincia de Santa Fe el ámbito terrestre y acuático del Puerto de la ciudad capital, incluyendo la infraestructura y las tierras fiscales pertenecientes al mismo. En consonancia con dicha transferencia y bajo la gobernación de otro Carlos, de apellido Reutemann, se crea a partir de la ley provincial  11.011 el Ente Administrador Puerto Santa Fe, el cual actúa como persona jurídica pública no estatal y se le atribuye la función principal de Administrar el puerto de su jurisdicción en forma directa y explotarlo por sí o a través de terceros.

Se trata de un ente autárquico. Como dice su estatuto, cuenta con “individualidad jurídica, financiera, contable y administrativa. Tiene plena capacidad legal (…) para realizar todos los actos jurídicos y celebrar todos los contratos necesarios para el cumplimiento de su objeto y funciones”.  A esta condición autárquica de la institución hay que sumarle su composición directoria, que explica gran parte de la actualidad y de los destinos del puerto. Dentro del mismo hay un representante por el Estado Provincial, uno por la municipalidad de Santa Fe, uno por las organizaciones de trabajadores y seis miembros representantes de las empresas que desarrollan negocios privados. Predominan ampliamente los actores económicos vinculados a este tipo de emprendimientos que tienen el mismo poder de voto que los representantes públicos para decidir cómo, cuándo y de qué manera se desarrollarán los diversos proyectos económicos. Un ex presidente del Ente, que prefiere reservar su nombre cuenta, “Yo pedía balances económicos o rendición de cuentas y me decían que se haría un informe a fin de año, que aún no contaban con la información. Sabiendo que había claras intenciones de ocultamiento, me negaba y lo pedía en el momento. A lo que le decían: Bueno perfecto, si hay una controversia se defiende en votación. El ente votaba y siempre tenía los 6 privados en contra. Nunca sufrí humillaciones tan grandes”. Pero la composición directoria del Ente es solo un elemento que explica la actualidad portuaria. Otro es la promulgación del Master Plan. Proyecto realizado a más de 400 kilómetros de Santa Fe en una oficina de Puerto Madero por una empresa privada con fuertes vinculaciones a la Cámara Inmobiliaria Santafesina, que definirá el futuro de 60 de las mejores tierras de la ciudad, que son de propiedad estatal. 

El origen del Master Plan

Durante la década del 90 y bien entrado el SXXI el puerto contó con una enorme parálisis operativa y productiva, lo que costó una sangría de empleos registrados. Su vida, tan dinámica en otros tiempos, contaba apenas con movimientos mínimos de actividad de carga y solo algunas operaciones de almacenamiento. Sus instalaciones permanecían abandonadas, los edificios con vidrios rotos, los yuyos altos y un importante estado de deterioro en todo el terreno. 

Esto producirá un cuestionamiento dirigido por parte de empresas privadas al quehacer del puerto santafesino. Los medios de comunicación lanzaron un potente discurso contra la actividad portuaria, la cual ya no servía como tal y cuyos espacios en pleno deterioro deberían reconvertirse para albergar nuevas actividades comerciales y productivas. Con el Litoral como punta de lanza, se estaba generando una opinión pública favorable al desarrollo inmobiliario en detrimento de la producción y el servicio portuario. Con sugestivos títulos como “El puerto de Santa Fe, en vías de convertirse en el Madero local” se fomentaba la en recepción favorable por parte de la ciudadanía a la reconversión del puerto, dicho trabajo tendrá sus frutos: la ordenanza del Master Plan será aprobada en el año 2005 unánimemente por todos los concejales de la ciudad.  

Operación evidente desde los medios de comunicación dominantes para convertir el puerto en lo que actualmente es.

Por otra parte, la deslegitimación del entramado portuario se va a ver potenciada por el auge de los puertos cerealeros privados aledaños a la ciudad de Rosario, que quitan competitividad a un puerto de agua menos profundo como es el de Santa Fe. Es así que todo queda preparado para comenzar la drástica reconversión de la geografía productiva de 60 de las 80 hectáreas que componen el puerto santafesino.

Como se aprecia en la nota, El Litoral fomenta la reconversión portuaria legitimando al arquitecto porteño Roberto Converti encargado de diseñar el Master Plan.

Al aprobarse el Master Plan se crea el distrito Ciudad Puerto con el objeto de destinar dichos terrenos a los usos de equipamiento administrativo, comercial, financiero, turístico e institucional a escala urbana, complementado con actividades residenciales y de esparcimiento. Se produce una alta valorización financiera en terrenos públicos que cambian radicalmente la configuración social del espacio. Empresas inmobiliarias, automotrices, de esparcimiento como shoppings y casinos, hoteleras, etc. posan sus ojos sobre un jugoso mercado que presenta distorsionadas reglamentaciones legislativas. Son inversiones importantes. No es casualidad ya que la posibilidad de ganancias en vastos terrenos con una ubicación estratégica (la avenida Alem conecta con accesos directos a puntos nodales como el centro o la costa) y con un paisaje de río e islas resultaba sumamente atractivo. 

El Master presenta distorsiones jurídicas en beneficios de intereses concretos. Según el informe final de la Comisión de Información e Investigación sobre los Hechos y Acciones llevadas a cabo en el Puerto de Santa Fe, el Ente apoyándose en una ordenanza municipal (el Master Plan) por sobre la ley provincial que lo rige, presentaba un modo de funcionamiento muy similar al mercado inmobiliario privado, con sus mismos mecanismos de contratación y locación; basado en la evaluación de proyectos a partir de la valoración elaborada por los asesores de la presidencia del Ente, estableciendo el predominio de la discrecionalidad e irregularidades en la concesión de terrenos en el MP. Además  El Centro de Estudios y Acción Popular comprobó, por ejemplo, que  supermercado Coto, pagaba en el puerto en el año 2014, cinco veces menos de lo que hubiera pagado en un local comercial en la ciudad ($44 por m² en locales comerciales en Santa Fe, versus $8,77 por m² según tarifas de MP). 

Para pocos

“En lo que concierne a amenidades, cuenta con jacuzzi, pileta climatizada, sauna, gimnasio, solárium con piletas con desborde infinito y vista al río y otra con un andarivel de 30 metros para nado; seguridad 24 horas”. Dicha descripción se desprende de la página web de Cam Construcciones, habla de las torres Garden Inn Residences que junto a 2 del mismo nombre y 4 torres Amarras componen un escenario súper exclusivo de residencia entre la Dársena 2 del puerto y el río. Sin embargo el tránsito de gente por el lugar es escaso, lo que podría indicar que muchos de los departamentos de las torres están vacíos. Según Pablo Landó,  dirigente político de Fuerza Común, esto se produce porque “no es atractivo comprar un inmueble del cual no te dan contrato, no sabes nunca si es tuyo o no. Solo tenes un comodato a 30 años. Quisieron hacer un puerto madero pero no les salió, las familias patricias santafesinas siguen viviendo en barrio sur y eso no va a cambiar”. Sin embargo, el dirigente tampoco considera que sea una empresa fallida, ya que los edificios sirven como precio de referencia. Inmuebles que tensionan para arriba los alquileres, valorizando otros departamentos de las mismas empresas y aumentando enormemente el costo de vida de los ciudadanos. Según la última encuesta de Inquilinos Agrupados, en la Provincia de Santa Fe el costo de alquilar representa el 42% de un salario promedio cuando hace pocos años atrás representaba un 25% o un 30%. 

Empresas de servicios inmobiliarios, de entretenimiento (como el shopping y el casino) o de hotelería son las que predominan en la actualidad en el puerto de Santa Fe. Se diferencian mucho de empresas productivas en los momentos de gran funcionamiento del puerto, vinculadas al comercio de granos, al transporte férreo y porqué no, al arreglo de barcos y barcazas. Podemos decir que la apropiación del puerto quedó en manos de una elite económica, gran parte de la cual puede considerarse santafesina, resta leer los usuarios que figuran en la web institucional para darse cuenta: Coinauto, Macua, Culzoni, Banco Bica, Bolsa de Comercio de Sant Fe, etc. 

Divergencias

Desde el sector inmobiliario privado se aduce que sus emprendimientos en el puerto hacen del lugar un espacio atractivo donde antes predominaba el abandono. Tal afirmación podría ser cierta en caso de que los habitantes santafesinos puedan aprovechar la belleza del lugar. Sin embargo, como afirma el arquitecto Javier Fedele, los espacios públicos reservados para la ciudadanía son bajísimos en relación a estándares reconocidos. “No existe ni un solo paseo público, ni una sola costanera a la vera del río”. 

En un momento en donde la pobreza es acuciante en el Gran Santa Fe (211.950 personas, 38,6%) la cuestión del empleo es el gran dilema a resolver. Si bien las grandes obras de construcción en el puerto emplean una cantidad considerable de personas, se trata de trabajos discontinuos a diferencia del empleo industrial. Ante eso, Pablo Landó, expresa: “si no prevalecería la lógica privatista e inmobiliaria que prevalece hoy en el puerto, este, siendo la llave estratégica que es, podría servir como una gran terminal de embarque de productos. Un enorme espacio logístico vinculado a las economías regionales de la zona que podría crear miles de puestos de trabajo”. Además desde su espacio político proponen la creación de un astillero municipal en la zona del puerto que construya barcazas. “No se necesita mucha inversión, las barcazas están hechas de madera que se pueden traer del norte provincial y de acero que se trae de Villa Constitución. Sí habría unos pocos muelles flotantes por ejemplo en Helvecia o en San Javier de carga y descarga, traes la mercadería por barcaza a nuestro puerto, la conectas con otro buque de mayor calado y la podes exportar. Abaratas costos a las empresas y sacas camiones de la calle. Todo ese excedente puede generar mayor valor agregado para nuestras industrias, más entrada de divisas, más trabajo. Pero en la lógica actual de la administración del puerto es imposible que eso suceda”.

Como bien explica Luciano Orellano, un puerto que debería brindar un servicio público, que está asentado en terreno público y que maneja fondos públicos, es administrado por una mayoría de privados que imponen sus planes en el Ente Portuario. Quizá aquel viejo trabajador símbolo de una Santa Fe productiva en la cual la palabra desempleo rozaba lo atípico, lo anormal; regrese lentamente a su casa por Avenida Circunvalación. Observe un mural gigante. Un mural que contiene una frase contradictoria con la actual situación del puerto, que contradice su propia historia como operario en aquella maravillosa zona en que surcaban a diario decenas de buques y barcazas. Seguramente suba la ventanilla y pise el acelerador, de a poco dejará atrás aquellas letras grandes que rezan con nostalgia: “Santa Fe nació portuaria”.