La clase de Introducción a los medios de comunicación social termina los lunes a las 19:50 y entonces Lucía, Luchy para sus conocidos, guarda el cuadernillo en el bolso negro y sale del aula 201. Baja dos tramos de escaleras del Instituto 12 con su pantalón negro y su remera negra. El negro es su color favorito, aunque no está segura de que sea un color. Recorre el patio abierto y cruza la puerta hasta llegar a la vereda angosta sobre la calle 9 de Julio. Afuera la espera una camioneta utilitaria gris oscuro a la que sube con destino al Centenario. En ese barrio está el centro de operaciones especiales, su casa, en el que se convierte a través del volátil mundo de internet en una bookstagrammer. En español y bajo términos actuales esto significa que Lucía Fontana es, con solo 19 años, una creadora de contenido literario digital para la red social Instagram. Su especialidad es su pasión, o viceversa.

—Empezaste a leer antes de hacer contenido para redes, ¿cómo ingresaste al mundo de la literatura?, ¿cuál fue el primer libro que te llamó la atención?

—Yo arranqué a leer más o menos de grande, porque la mayoría empieza a leer de niño. Yo arranqué a los 13, 14 años por una amiga que me recomendó un libro que me gustó y hasta el día de hoy es mi libro favorito. Y arranqué a leer todo el tiempo a partir de ese… El chico de las estrellas de Chris Pueyo, es español. Yo había leído muy pocos libros en mi vida y cuando leí ese fue como que te haya transmitido algo y el sentir empatía por el autor, por la historia, me hizo un click de “yo quiero leer más cosas así”. También me hizo leer mucho que yo soy fan de Lily Collins, la actriz, y hubo un momento en que empecé a mirar toda la filmografía de ella. Y ella actuaba en la película de Cazadores de sombras. Entonces me copó la historia y digo “ay la quiero seguir”, pero cancelaron las películas. Me enteré de que eran 700 libros y dije “bueno, por algo hay que empezar”. Y ahí también enganché todo lo que fue sagas, libros largos.

—¿Durante tu infancia habías tenido algún acercamiento a los libros?

—A mí me gustaba pasar mucho tiempo en la biblioteca de la escuela, pero ir a recorrer los libros. A veces sacaba libros, no los leía, pero me gustaba tener el libro y hablar con el bibliotecario. Mis papás son docentes así que libros siempre hubo pero sí, el acercamiento fue que me gustaba pasar tiempo en la biblioteca.

En su mapa de vida, durante la infancia, Lucía cruza el Puente Colgante hacia el oriente y dibuja patrones entre Santa Fe y Colastiné Norte. Cinco años por aquí, cinco años por allá y otra vez de regreso a la ciudad. La memoria de juegos se construye entre partidos de fútbol con papá, ventas ficticias de peluches con hermanas y vecinas e incontables saltos con la soga.

—¿Cómo ingresaste a las redes sociales antes de crear reseñas y videos sobre literatura?, ¿veías contenido similar al que creas hoy?

—La primera fue Facebook y tiene que haber sido a los 10 años. Porque lo usaban mis amigas básicamente, no por otro motivo. Al contrario, más a esa edad, antes de arrancar a leer y armar mi cuenta, yo veía mucho de maquillaje y de moda. Y veía a una chica que sigue haciendo videos que se llama Fashion Diaries, Pamela Stupia, que publicó un libro… porque ella es periodista y la invitaron a publicar un libro de ficción juvenil, y me gustó. Lo compré porque lo había publicado ella y empecé a hablar… porque yo tenía una cuenta de Twitter que era una cuenta fandom que hablaba de ella, con los fans de ella y empezamos a dialogar de los libros y me copó eso de hablar con alguien, entonces ahí me dio para empezar a publicar.

—¿Cuál fue el primer contacto entre el mundo virtual y tu mundo de la lectura?, ¿qué reacciones generó?

—Arrancó debatiendo con personas que no conocía pero compartíamos un interés en común que eran los videos de esta chica —Pame Stupia — y me copó el debate de poder hablar de libros y de una historia, de lo que había sentido alguien y así es como se me ocurrió. El decir “está bueno, voy a poder hablar con gente que haya leído también”. Y así fue como entrelacé los dos. Creo que fue una reseña. Arranqué en Instagram en 2018. Fue una foto que justo había ido a una plaza, me llevé un libro y aproveché que tenía el celular y saqué una foto. Y dije “bueno, me voy a hacer una cuenta y lo voy a subir”. Fue muy positiva —la repercusión de la reseña —. Me apoyó mucha gente, al contrario de lo que yo pensé… que no me iba a leer nadie. Incluso no me acuerdo bien el libro pero me acuerdo que el autor me había empezado a seguir, me comentó la publicación. Por lo menos mi familia siempre me apoyó en esto, no paraba de compartir. Tuvo un buen recibimiento.

Hacia 2018 Lucía da sus primeros pasos en la cuenta literaria de Instagram que nombra como trip.trough.books, lo que significa viaje a través de libros. Sin embargo, en junio de 2021 decide hacer un cambio y elige una nueva denominación: una nefilim leyendo. Los nefilim son los seres mitológicos que protagonizan la saga de la escritora estadounidense Cassandra Clare, Cazadores de Sombras, y luchan contra los demonios que rondan la Tierra. Esta serie de libros es la que inspira el nombre digital de Lucía y también, el tatuaje en su antebrazo izquierdo de la frase en latín Ave atque vale (saludo y despedida). Se trata de una expresión antigua que emplean los nefilim para liberar el alma de una persona al momento de su fallecimiento, por eso Lucía la lleva en la piel en honor a su abuela.

—¿Cómo es el proceso de crear una reseña o un video para redes?

—Primero elegir el libro, obvio. Leerlo y analizar y hacerme una lista de las cosas que me gustaría hablar o lo que me hizo sentir el libro. Porque capaz que la historia no es la mejor del mundo, pero si a mí me hizo sentir muchas cosas es lo que intento reflejar, y eso es lo que le va a hacer que lo puntúe más o que lo puntúe menos. Y sacar una foto o grabar el video, y escribir la reseña… a mí me gusta siempre escribir. Así que escribir primero por puntos que es lo que quiero decir y después llevarlo a un texto. Al principio intenté hacerme guión —para los videos —. No funcionó. Yo en los videos lo que intento hacer es también un pseudo-guión, porque son puntos de lo que quiero hablar en específico y me explayo dependiendo también de qué hable, de qué libro, si es una reseña, si solamente lo muestro. Es como que intento armarme puntos esenciales y después también el orden que surge en el momento.

—¿Cuáles son los desafíos tecnológicos que implica la creación de contenido digital?

—Principalmente el acceso a internet y al celular, lo tenés que tener sí o sí. Un celular que tenga una cámara más o menos decente, porque si no tenés una buena cámara por más que le pongas todo el amor del mundo la gente no lo va a ver. Tenés que tener una buena luz, siempre. Creo que el mejor horario es hacerlo a las 11 de la mañana o tipo 18, 19 horas que baja el sol. Porque si no tenés luz natural no lo podés hacer. En cuanto a los videos necesitas un micrófono porque con los auriculares tampoco se escucha muy bien. No uso programas pagos para editar. Para YouTube sí, tiene que ser sí o sí, pero como mi hermana estudió una carrera de diseño le dieron la cuenta. Pero tenés que encontrar un programa que sea gratuito para editar un poco, para subir un poco la luz porque nunca sale bien una foto así a la primera. Uso… no me acuerdo como se llama la aplicación para editar… VSCO. Es medio intuitivo —el uso del programa —, pero yo nunca fui dotada con la tecnología así que tuve que sentarme, mirar algún video para aprender cómo usar, qué usar y en qué momento. Porque capaz tenés que poner un filtro pero después tener que agregar alguna que otra cosa. Tuve que sentarme y aprender un poco. Con la tecnología no me iba muy bien.

—Sos una defensora de la industria literaria nacional y de la publicación independiente, ¿por qué?

—Me surgió esa necesidad de ver autores argentinos independientes en redes porque básicamente no los veía. Quería leer un libro argentino y entonces entré a cuentas que se dedican a eso, que tienen muchos seguidores, pero no me encontraba con ninguno. Y autopublicados independientes mucho menos. Casi no estaban, entonces me pareció bueno eso de poder ayudar o mostrar a gente… no que no tiene los recursos, pero que se le hace difícil el camino si no tenés ayuda en redes para mostrar tus libros. Entonces fue como una necesidad de poder ayudar y mostrar y poder darle una mano a alguien que lo necesita porque generalmente, los autores independientes sobre todo, capaz que dejan todo en la producción del libro y después no tienen para hacer publicidad y las grandes cuentas es como “prefiero leer la novedad del mes a darte una oportunidad”.

—¿Y qué respuesta tuviste al apoyar la industria nacional?

—Fue muy positiva. Traje muchísimo más publico a mi cuenta gracias a eso, porque era como que o los escritores independientes eran los que me escribían, o yo les escribía a ellos y compartían mi cuenta y le contaban a otros autores independientes también. Y tuvo muy buen recibimiento.

—¿De qué forma hacés uso del espacio que tenés en las redes?, ¿qué valores intentás transmitir? Por ejemplo, cuando recomendás libros sobre temática LGTBIQ+.

— Principalmente inclusión. Inclusión totalmente, no sé si es por venir de familia de docentes pero es como… incluir, promover el que no se lo deje de lado a alguien, es como fundamental… es como llevar y darle voz, creo que esa sería la expresión, lo que es lo más importante. Me parece muy importante hablar temas que no se hablaban antes. Yo defiendo mucho todas estas causas, es como que no sé porqué pero me sale algo de adentro que yo los tengo que apoyar. No soporto la injusticia. Entonces intento traer temas que capaz antes no se hablaban, o visibilizar temas, mostrarle a la gente que existen otros tópicos, otras cosas de las que siempre vemos. Toda la vida nos criamos con las parejas heterosexuales, pero no es lo único que existe. A eso apunto.

Un buen día para Lucía se construye con tres elementos esenciales: no hace calor, tiene tiempo libre para leer y está en compañía de sus gatas, Tini y Nala. Un punto extra incluye a su comida favorita, los ñoquis. Sin salsas, solo con crema. Se da maña en la cocina y, cuando no es por obligación, se transforma en una actividad que disfruta mucho. Eso y los paseos en auto son sus principales escapes cuando no está escondida detrás de hojas y hojas encuadernadas, viajando con la mente y conectándose consigo misma. Son esos universos literarios los que la animan a ilusionarse con un futuro rodeada de bibliotecas repletas de libros, recomendando historias y que, en la actualidad, le permiten compartir charlas y debates con las más de 1600 personas que la siguen en Instagram desde distintos lugares de Argentina, Chile, México, Colombia y España.

—¿Cuáles son tus récords de lectura?

—Creo que leí 500 páginas en un día, y yo leo muy lento. No me acuerdo con qué libro, creo que eran dos libros. Y el año pasado leí 65 libros. Yo siempre me pongo la meta de 30 porque es lo que sé que puedo llegar a cumplir. Pero el año pasado llegué a 65, y este año voy 52.

—Sos embajadora de Motus de Trini Vergara Ediciones, ¿cuáles son tus tareas dentro de ese rol?, ¿cómo fue el camino para llegar a ser embajadora?

—En esta editorial tengo que recibir el libro y tengo que generar un reel. Es una editorial muy nueva y yo fui de la primera camada de embajadores que, básicamente, tenemos que compartir en historias o comentarles a ellos los nuevos lanzamientos. Cuando recibimos un libro, porque recibimos todas las novedades —nuevas publicaciones —del periodo que son 6 meses, y cada vez que recibís un libro tenés que hacer un reel, que es un video que puede durar hasta un minuto, mostrando el libro, contando algo del libro, lo que fuese, y una reseña en un post de Instagram. Yo conocía a la editorial pero muy poquito porque eran recién las primeras publicaciones, entonces empecé a interactuar con ellos en Instagram. Le comentaba las publicaciones, le daba like. Y un día sacaron esto de que estaban buscando embajadores, y yo me postulé. Para postularte era, creo que tenías que poner una foto que te daban ellos en tu perfil como para distinguirlo, un hashtag y tres fotos de reseñas tuyas, y contando un poco quien eras vos, que es lo que hacías en redes. Y me postulé y quedé.

—¿También escribís?, ¿tenés alguna obra terminada o en espera de publicarse?

—Sí. Escribo poesía y me gustaría poder escribir mis propios libros, mi propia novela. Tengo dos poemarios publicados en plataformas digitales como Wattpad o Red de escritores y lectores. Tengo ahí publicados dos poemarios. Estoy trabajando en una novela, que está ambientada en Escocia de los 80, que es de romance y le estoy poniendo muchas fichas. Estoy esperando a tener tiempo libre para poder escribir eso.

—Este año empezaste a estudiar comunicación social, ¿qué motivo te llevó a elegir esa carrera?, ¿qué te aporta la comunicación en la creación de contenido literario?

—Básicamente… yo soy bastante introvertida, así que fue un desafío personal, primero, estudiar comunicación social. Pero es que me iba a ayudar mucho también a mejorar lo que yo hago en las redes porque hay… por ejemplo, muevo mucho las manos. Entonces es como saber cuando tengo que hacer tal movimiento, cuando me tengo que quedar más quieta, cuando hacer tal o cual cosa, creo que me ayuda en eso. Y también lo elegí porque me interesa el tema redes y creo que comunicación me va a ayudar bastante en eso. Mejoré mucho la escritura porque, si bien no tocás tanta escritura en 1° año, pude mejorar eso. Y también el hecho de yo siempre me trababa para hablar o alargo mucho las palabras, entonces es como que intento cada vez menos hacerlo. O yo hablaba muy rápido y no modulaba tanto, entonces es como el aprender a “bueno, para un poco, organiza tus pensamientos y hablalo”.

—Si te propongo algunos tópicos, ¿podrías recomendar libros?

—Sí, sí. Si me acuerdo.

—Causas sociales.

El peligro de la historia única de Chimamanda Adichie, que es básicamente el peligro de que… es muy cortito, 50 páginas debe tener… Es básicamente el peligro de quedarte con una sola cara de la moneda, el creer la primer versión y ya está, como no informarte. Como el no informarte, el decir bueno a esta persona la conozco, le creo o no, pero tenés que ver todo. Está muy interesante. Y de la misma autora es Todos deberíamos ser feministas, también, son ensayos muy cortitos pero te enriquecen mucho en cuanto a causas sociales. Es una autora que lucha por los derechos de los inmigrantes, en contra del racismo porque ella es de Nigeria y vive en Estados Unidos.

—Salud mental.

La cueva de Eco de Emilia Ruiz. Es de que la autora estuvo internada en una clínica de salud mental entonces te va contando cómo la vida de cada persona que conoció ahí, y el porqué estuvo internada y que no son todos locos como se cree, que cada uno tuvo su motivo y su porqué de estar ahí, y el cómo lo transformó. Es muy lindo.

—Responsabilidad ambiental.

Un mundo en clave de Fa. Es de fantasía pero la ecología es el tema principal, y es de un autor argentino… Starobinsky. Esta muy bueno porque es como en un planeta Tierra futurista donde ya no hay recursos por la explotación entonces como que tienen que ir a otro planeta que es como el planeta Tierra, que se llama Planeta Madre, que tiene todos los recursos pero como es el humano que quiere ir a invadir, a sacar todo… entonces es como, no lucha, pero el aprender que por más que el otro lo tenga y vos lo necesites no se lo podes ir a sacar. Y la ecología es fundamental.

—Literatura santafesina.

—Una distopía de una autora que terminó en el 12 —el Instituto Superior Gastón Gori—, bibliotecología. Se llama Proyecto despertar que es una distopía de humanoides que tienen que… justamente como todas las distopías se rebelan contra un sistema. Miyu Godoy es como ella publica los libros.

—Para comunicadores y periodistas.

Punto de impacto, otra vez con un apellido complicado… Queally. Es justamente que hay un crimen de racismo y él es periodista, el protagonista, entonces cómo tiene que ver todo lo que publica, lo que no publica, las fuentes de información. Está muy bueno.

Las madres persiguen a los niños que corren o se alejan en bicicletas rosas. Los amigos, todavía uniformados, apuran el paso en dirección al norte, lejos del colegio. Una pareja comparte algunos mates mientras se esconde del sol abrasador detrás del gigante judicial. Es viernes por la tarde, el día promete un fin de semana agradable y la plaza 25 de Mayo es testigo, solo por un rato, de las ilusiones y proyectos por los que tanto trabaja y se anima a soñar Lucía Fontana.