
Desde hace más de un siglo el cine transforma la manera de ver el mundo. Hoy te contamos la historia de su lugar insignia en la ciudad, retazo gigante de la cultura capitalina.
Comienza una tarde otoñal en la ciudad; los días pierden la calidez del verano pero el frío todavía no cayó con toda su fuerza. Al caminar por la angosta vereda, algo habitual en el centro santafesino, los afiches que anuncian las funciones en cartelera llaman la atención de los peatones. Se detienen, los observan e incluso entran al lugar para preguntar por alguna proyección. El Cine América funciona desde hace más de cuarenta años en 25 de mayo 3075; pero es solo la parte física de una historia mucho más amplia, la que comenzó en la década del 50 con la creación del Cine Club Santa Fe.
Dentro del edificio un grupo de personas espera para ver la función de El Padrino, de Francis Ford Coppola; mientras tanto Guillermo Arch, actual presidente del cine club, se encarga de vender los últimos tickets de entrada. Cuando los espectadores ya están en la sala el tubo del teléfono fijado a la pared se descuelga y a través de él Guillermo avisa que la proyección puede comenzar. Después, recibe a El Estelar para contar una historia de idas y vueltas, de crisis y resiliencia.
Resistiendo
En el año 1953 en la capital de la provincia nació el Cine Club Santa Fe, una asociación civil sin fines de lucro que luego, en 1962, adquirió la condición de personería jurídica. Durante los primeros diez años la situación fue muy buena: crecieron en número de asociados de forma progresiva y sostenida. Proyectaban diversos filmes, generalmente los domingos por la mañana, en las salas que alquilaban en la ciudad. Sin embargo, el primer punto de inflexión de la historia se halla en 1966; el Golpe de Estado de Onganía generó una honda desestabilización nacional y esto produjo la ausencia de personas dispuestas a tomar el mando de la asociación en épocas donde convenía no meterse. Fue entonces cuando Juan Carlos Arch, padre de Guillermo, arribó a la presidencia del cine club, y se rodeó de un equipo de jóvenes que lo ayudaron a mantener viva la esencia: reunirse para visualizar, charlar y reflexionar sobre el cine en sus diferentes facetas.
Con el nuevo grupo dirigente lograron abrir, en 1972, la primera sala de cine arte en Santa Fe: el cine Chaplin, en la Galería Ross de San Martín al 2400, que funcionó hasta 1997. Sobre esto Guillermo Arch agrega que fue esa misma cuadra en la que “se dice que en 1896 se llevó a cabo la primera función de cine de la ciudad de Santa Fe”. Cuatro años después de la apertura del Chaplin comenzó la última dictadura militar en Argentina. Sus actividades, aunque no cesaron, se vieron acorraladas en un proceso que intentaba desgastar al grupo: se controlaban las películas que se proyectaban y también a los asistentes cuando salían de la funciones.
“Cuando estábamos con la soga al cuello decidimos correr hacia adelante” dice Arch, refiriéndose a que en 1981 decidieron comprar el Cine América a pesar de no tener la certeza de poder cubrir el costo económico. Muchos socios pusieron sus propias casas como garantía para sacar un crédito, y se realizó una cena show para reunir el dinero de la primera cuota. Inicialmente el evento se pensó para trescientas personas, pero finalmente fueron tres mil. La lealtad de los socios y el empuje de la comisión directiva lograron que les otorgaran el crédito. El 1° de enero de 1982 recibieron las llaves del edificio de 25 de Mayo, y desde ese momento el América realizó proyecciones de forma ininterrumpida —al menos hasta la pandemia—. En palabras de Guillermo, el Cine Club Santa Fe significó, durante aquella trágica época, “una institución de resistencia y de contención para las personas”. Él mismo formó parte de la asociación desde el momento en que nació; su vida transcurrió entre una subcomisión, el Cine Club Juvenil que funcionó hasta mediados de 1990, y una gran variedad de roles dentro del América, que a veces desempeñaba al mismo tiempo: cobrador, operador y presentador.
Guillermo Arch, actual presidente del Cine Club Santa Fe, en el hall del cine América. De fondo, la boletería.
Con el regreso a la democracia la situación mejoró; el Cine Club Santa Fe llegó a tener dos mil quinientos socios, lo que implicaba ser uno de los más convocantes a nivel mundial. Sin embargo, el crédito tomado era a diez años, por lo que en una ocasión se vieron obligados a vender dos aires acondicionados del salón recibidor para poder saldar una cuota. Luego (y siempre danzando al ritmo de los vaivenes de la economía argentina) llegó la crisis inflacionaria de 1989, aunque en palabras de Guillermo “la hiperinflación licuó la deuda, entonces una cuota del crédito se cubría con aproximadamente cuatro entradas del cine”. En 1992 el crédito pasó a la historia como otro obstáculo superado.
La década de 1990, con sus profundos cambios estructurales, significó una nueva etapa. Seguían haciendo funciones en el Chaplin, pero también alquilaban las salas del teatro Luz y Fuerza y del cine Garay. Económicamente (y resultando una verdadera paradoja a la realidad que vivía gran parte del país) los noventa se convirtieron en los años de mayor crecimiento para la asociación, impulsados por la proyección de grandes éxitos hollywoodenses. Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo y el sistema neoliberal crujiendo sobre sus propios cimientos aparecieron de la mano graves problemas: la llegada de franquicias de cine a la capital y la gran crisis nacional de 2001. Aunque el presidente del Cine Club Santa Fe admite que “siempre se vivieron crisis de todos los colores, pero las que más nos han afectado son las económicas, no tanto la aparición del VHS, del DVD, del blu-ray, de las nuevas plataformas. Esas variaciones, en general, en el consumo de cine nos han perjudicado menos”. Entre el año 2000 y el 2003 estuvieron siempre en una zona de peligro, casi al borde de la quiebra, casi al borde de perder todo lo que habían construido durante años. Sin embargo, la cultura santafesina del cine resistió. Tanto así que desde 2008, progresivamente, se empezaron a realizar ciclos disciplinares en conjunto con algunas carreras de la UNL como filosofía, arquitectura, letras, historia y sociología.
Después de una vida de crecer, sentir, aprender y trabajar en el Cine Club Santa Fe, Guillermo Arch se presentó para las elecciones de 2011 como nuevo presidente de la asociación. Y ganó. La nueva comisión llevó adelante mejoras como el reemplazo de las antiguas butacas, la compra de un nuevo aire acondicionado central y un proyector digital. Las inversiones fueron cubiertas con las mismas ganancias del cine; se concretó otra etapa de buen pasar.
En 2020 el mundo entero se paralizó con la aparición del coronavirus, y el América no fue la excepción. Tuvo que cerrar sus puertas, pero la solución la hallaron en las nuevas tecnologías: el cine club se volvió virtual. “Buscamos películas que no eran exhibidas en cine, que no llegaban a la distribución local y las compartíamos con los socios vía descarga”, cuenta Guillermo. La modalidad virtual continúa en 2022, incluso cuando la sala ha vuelto a su funcionamiento normal. La pandemia les dejó algo bueno: cerca del 30% de los socios continuaron pagando las cuotas de forma voluntaria, y al no tener los gastos fijos, como la electricidad, pudieron renovar el hall de entrada y el piso de la sala. En la actualidad, la caída del número de socios desde la pandemia da marcha atrás; están mejorando su capacidad de ahorro y llenando la agenda con planes a futuro, como el sueño de una nueva sala para poder realizar más funciones.
El edificio del Cine América en 25 de Mayo 3075.
El séptimo arte desde la óptica del Cine Club Santa Fe
Lo que significa el cine, cómo se manifiesta, qué se puede hacer con él, son aspectos que varían según la perspectiva de quien lo explique. Cuando se le pregunta a Guillermo Arch por la visión de cine que comparten en la asociación su primera respuesta es una corta carcajada; la explicación es mucho más profunda que la cuestión misma. Consideran que, en primer lugar, se trata de un fenómeno complejo y por ese motivo tiene diferentes facetas: puede ser arte, con una mirada estética, o puede ser una mera atracción para el divertimento. También lo entienden como industria cultural, es decir la transformación del arte en un producto de consumo masivo, y como herramienta política, algo que creen que ocurrió especialmente durante el siglo XX.
Además, Guillermo dice que “también nos interesa el cine en su dimensión política; no creemos que pueda cambiar el mundo, pero sí que tiene el poder de articularse con el movimiento político para visibilizar ciertos problemas”. Para esta situación se ejemplifica con la película argentina que se proyecta en el América, Bajo la corteza, la cual trata un tema tan preocupante como la quema indiscriminada y el desmonte en nuestro país.
Articulación con otras instituciones
El Cine América y el Cine Club Santa Fe conforman un espacio que lleva décadas de trabajo y, además, sobrevivió a muchos hechos históricos. Como proyecto político colectivo, y por su significación cultural, construyen junto a diversas instituciones de la ciudad una gran variedad de actividades. Por ejemplo, con las secretarías de Cultura y de Derechos Humanos de la Municipalidad realizan presentaciones de “cine bajo las estrellas” en diferentes barrios de la ciudad. También han establecido convenios con algunos gremios para que sus socios tengan un descuento en las entradas. Junto a las secretarías de extensión de algunas carreras de la UNL llevan a cabo ciclos disciplinares. En ellos se visualizan películas sobre una temática particular que permite la reflexión y el acercamiento hacia los conocimientos e incumbencias de cada disciplina.
Antes de las olas de coronavirus realizaban proyecciones periódicamente con la vecinal Guadalupe, con escuelas del barrio Yapeyú y en el Centro Cultural 12 de Septiembre de Santo Tomé. Todas ellas están en proceso de reorganización tras la pandemia. Otro acontecimiento destacable del que forman parte es el Seminario de Cineclubismo Latinoamericano, cuyo primer encuentro se llevó a cabo de forma virtual en el año 2021. Se trata de una plataforma que tiene como objetivo la puesta en común de las experiencias de los diversos cineclubes a lo largo del continente. Desde el Cine Club Santa Fe se presentaron tres ponencias, y Guillermo Arch forma parte de la comisión organizadora del evento, por lo que ya se encuentra trabajando para la segunda edición.
Los socios
La cuota que abonan los socios tiene actualmente un costo de $450. Cuentan con los beneficios de las funciones gratuitas de la asociación (jueves a las 20:15, viernes a las 18 y sábado a las 17:30), las funciones gratuitas de los ciclos disciplinares y cuatro películas enviadas vía descarga —metodología que continúa desde el aislamiento por covid—. En las funciones comerciales, además, tienen un descuento para las entradas. Guillermo comenta con alegría que “ahora los cineclubistas están volviendo. Hace un tiempo atrás, casi todos los días, aparecía alguien que venía por primera vez desde el comienzo de la pandemia”.
El pasado ya lo han escrito y luchado. El presente y el futuro están llenos de planes y proyectos. El Cine Club Santa Fe fue, es y será un pilar cultural que se alza en la historia de la capital provincial y que promete no dejarse vencer.